Microrrelato
Una noche mientras paseaba por su lugar favorito leyendo el gato negro de Edgar Allan Poe oyó un ruido. Pisadas que se acercaban y unas voces. Enseguida la reconoció, era la voz de su marido, de ese animal que acabó con ella y la hizo pasar la eternidad en esa biblioteca. No estaba solo, oyó otra voz.
La voz de su marido le decía al otro hombre, que todas las noches la luz de la biblioteca se encendía sola y que oía como si alguien tocara las estanterías.
Se le escuchaba verdaderamente asustado, y ella vio una oportunidad para atemorizarle, como el había hecho con ella en vida.
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